EL COMANDANTE MORENO
En el pueblo de Acebo, pueblo de pocos amigos, donde matan a los hombres después de tantos martirios.
Aunque soy un pobre anciano y sin carrera alguna, ya sé que voy caminando derechamente a la tumba.
Poco antes de morir y con gran sentimiento, yo les voy a explicar este trágico suceso.
Como ya están enterados, en ese pueblo de Acebo mataron a dieciséis y el comandante Moreno.
Estos venían de Asturias a sus casas de regreso, haciendo uso del derecho que les concedió el gobierno.
Se hospedan en un pajar, sin mantas y sin colchón, sin saber que eran los pobres victimas de una traición.
Los del pueblo del Acebo fingiéndose izquierdistas, se marchan a Fonsagrada a dar cuenta a los falangistas.
Estos vinieron muy pronto aunque venían de lejos, allí los asesinaron como si fueran conejos.
Están ya los cuerpos de estos, en la fosa descansando, más le valiera al Moreno estarles acompañando.
El Moreno no cayó con los demás compañeros, a una fuga se dio, pero cayó prisionero.
Con dos tiros en el cuerpo allí de mala manera muchos martirios le han hecho en la misma carretera.
Los martirios y tragedias que le han hecho pasar al comandante Moreno, es imposible explicar.
Unos le dan bofetadas, otros le dan puntapiés, otros le hacen preguntas al derecho y al revés.
Y después de largo tiempo sin darle ningún sustento, una partida de palos le daban por alimento.
Una vez hecho cadáver al comandante Moreno fue llevado hasta la fosa de los demás compañeros.
Y después tienen valor a subir a la carretera, unos con la pluma de oro y otros con la gran guerrera.
Con una buena zamarra del comandante Moreno, paseaba en Fonsagrada el otro día un caballero.
Paseaba en Fonsagrada con la zamarra de cuero, y un chistoso le decía: ¿qué buen mozo estás, Moreno?
¿Dónde está el reloj de oro del comandante Moreno? Seguramente se gasta en el pueblo del Acebo.
¿Dónde está la cazadora del comandante Moreno? Seguramente se gasta muy cerquita de San Pedro.
¿Quiénes son aquellas dos luces que pasaron al Acebo? Son las sobrinas mayores del comandante Moreno.
El comandante Moreno, hombre honrado y valiente, en los montes del Acebo ahí le disteis la muerte.
Falanges de Fonsagrada no podréis subir al cielo, porque allí está de portero, el comandante Moreno.
Cantar de Cego N: 106
Cantigas Populares
Antón Santamarina e Dorothé Schubarth
Comandante Moreno
mártir
mártir
Panadero anarquista, Comandante de las Milicias de la II República
A Coruña (España) 4 de marzo de 1904
A Fonsagrada (España) ¿31? de octubre de 1937
A Coruña (España) 4 de marzo de 1904
A Fonsagrada (España) ¿31? de octubre de 1937
Hijo de un anarquista, fundador de la Unión Campesina, nació en una ciudad con vistas al mar, al lejano horizonte de los navíos que surcan libres al sentir de los vientos y las mareas. Es en aquel lugar perdido más allá de los océanos, en New York, donde recala emigrado para trabajar en la fábrica Singer donde entabla contactos con la colonia anarquista de origen gallego en la ciudad, a través de los lazos de su padre. Tras aquellos años en los que observa el modo en que se desarrollan las miserias del capitalismo que aún no ha cedido a las jornadas semanales de 40 horas y en el que los empresarios ven cualquier derecho como una amenazaba subversiva, la precariedad causada por la gran depresión de 1929 fuerza su regreso a España. Ya en tierra, se afilia a la CNT gallega y la llegada de la II República alimenta los cambios sociales en los que las masas empobrecidas de trabajadores tras el ejemplo de las revoluciones que han convulsionado Europa desde la férrea Alemania a la inexplicable Rusia, quieren que sus derechos sean una realidad y no una limosna entregada por los poderosos como dádivas de caridad a la salida de las iglesias en las que se reza al buen dios para que nada cambie y cada uno ocupe su lugar sin rechistar. En esos años toma parte activa en multitud de mítines, organizaciones y encuentros políticos en la efervescencia propia de la época en la que en 1932 llega a ser miembro destacado de la CNT, apoyando cualquier actividad que propicie cambios más profundos y radicales en las condiciones de vida de los trabajadores y de la sociedad en general.
El levantamiento militar de julio de 1936 cuyo fin es derribar al gobierno legítimo de la República le impulsa a solicitar que se entreguen armas a los ciudadanos coruñeses antes de que los militares acuartelados en la región tomen partido y se decidan a ocupar las ciudades gallegas en apoyo al golpe militar. Sin embargo el destino de Galicia la conduce a que en poco tiempo se integre en el bando nacional férreamente controlada por el ejército y en el que la represión de los alcaldes y políticos fieles a la república obliga a elegir entre dos opciones en ocasiones igualmente dolorosas, el fusilamiento o el exilio, ambas desangrarán aquel rincón del mundo con silencios terriblemente dolorosos que perdurarán más de cuatro décadas. Entretanto José Moreno no se rinde e intenta organizar un grupo de resistencia entre aquellos militantes que han podido escapar, sin embargo la única opción posible es huir embarcado hacia Asturias, donde la sublevación se ha tropezado de frente con la decidida lucha de los mineros y los obreros que ya en años anteriores habían demostrado su fiereza en algunos conatos revolucionarios represaliados con dureza por el hombre que encabeza el levantamiento militar y que pronto se proclamará generalísimo de los todos los ejércitos. Con el fin de demostrar que no toda Galicia se ha unido de modo entusiasta al bando fascista sino que entre sus ciudadanos hay gentes que desean luchar, se constituye en Asturias el Batallón Galicia en el que Moreno se integra con el grado de teniente. Pronto y a medida que la sublevación pasa a convertirse en una guerra civil de larga duración, las posturas entre las milicias comunistas y anarquistas divergen con mayor intensidad lo que conlleva a la creación de manera efectiva de unidades independientes al mando de las distintas opciones políticas partiendo a las fuerzas republicanas en diversas secciones.
A finales de noviembre de 1936, se van uniendo al batallón en cuentagotas todos aquellos combatientes de origen gallego que logran huir de la zona nacional y llegan a Asturias, entre ellos algunos desertores de las fuerzas franquistas reclutados a la fuerza, como era frecuente durante la contienda. La mayoría de los combates del batallón se realiza en el occidente asturiano luchando contra el intento de las tropas nacionales para alcanzar Oviedo. El avance franquista sólo puede ser respondido con algunas retiradas por parte del batallón anarquista hacia posiciones orientales sin que puedan proteger la capital asturiana que es ocupada el 17 de octubre. En febrero de 1937 algunas deserciones dentro del batallón son aprovechadas por los miembros anarquistas para cuestionar a los mandos comunistas y convocar una asamblea de soldados con la que elegir a los nuevos comandantes de la formación, de la que Moreno saldrá con el grado de teniente ayudante del comandante José Penido. Sólo dos meses más tarde tras el ascenso de Penido a la 3ª Brigada de Asturias pondrá a Moreno al mando del batallón. Será entonces cuando la brigada se traslade a Euskadi en un último intento de detener el avance desde Burgos sobre Vizcaya por parte de las fuerzas sublevadas. A estas operaciones siguieron otras en Santander donde detienen a las tropas italianas que atacan el puerto de El Escudo. Cuando finalmente el frente de Euskadi se desmorona tras la retirada de los soldados vascos republicanos, Asturias queda completamente rodeada sin otra salida que el cantábrico y enfrentada a repetidas oleadas franquistas que pretenden ocupar todo el frente Norte para poder dedicarse en exclusiva a la costa mediterránea que aún se mantiene fiel a la República.
En el mes de octubre de 1937 la única salida posible era alcanzar el puerto de Gijón con el fin de embarcar en dirección hacia Francia, aquellos cuyo destino más cierto sería la ejecución en caso de captura tenían preferencia en el pasaje, para su desgracia cuando el Batallón Galicia se dirigía hacia el puerto un incidente con dirigentes comunistas impidió que los mandos anarquistas llegasen a tiempo de embarcar, el 20 de octubre ya no había barcos disponibles para conducirlos al exilio. Ante esta circunstancia el Comandante Moreno y algunos más, hasta un total de quince hombres, decidieron encaminarse hacia las montañas para intentar alcanzar Galicia donde esperaban contar con el apoyo de la población y así poder incorporarse a los huidos que se ocultaban en el monte o escapar hacia América o Portugal. La noche del 29 al 30 de octubre descansaron en dos cantinas del puerto de Acebo limítrofe entre Asturias y Galicia, entre el miedo y la desconfianza una delación los puso en manos de las autoridades sublevadas. Uno de los grupos formado por nueve hombres fue muerto a tiros aquella misma noche, ocho de ellos fueron enterrados en una fosa común y uno que sobrevivió algunos días y que falleció el 4 de noviembre fue enterrado en el cementerio de A Fonsagrada. El otro grupo en el que estaba Moreno, consiguió huir y regresar a Asturias pero al día siguiente fue capturado por falangistas y guardias civiles. La certeza del momento de su muerte es desconocida, lo único que se llegó a saber es que fue apaleado antes de ser ejecutado.
En la humedad del norte, bajo bosques de robles y castaños, en senderos de barro que unen aldeas y montes, entre las rocas de granito que separan lindes y tierras, el Comandante Moreno y sus hombres, reposan bajo la hierba, mientras sus restos se unen a la tierra que los rodea. En el verano de 2007, cerca del 14 de agosto, en virtud de la ley de memoria histórica promulgada por el gobierno de España en ese mismo año, según la cual todas las instituciones oficiales, desde las administraciones locales hasta el gobierno central, deben colaborar para que los ciudadanos pueden recuperar los restos de sus antepasados que permanezcan aún enterrados en fosas comunes sin distinción de credo o ideología, se procedió a excavar en las zonas próximas a su enterramiento con el fin de hallar su emplazamiento exacto, en aquel primer intento se encontró una de ellas conteniendo los huesos del primer grupo de ocho hombres, pero no había ni rastro de José Moreno, sin embargo en la primavera del año siguiente, una segunda excavación encontró los restos de un hombre que por su complexión pudieran ser los suyos a la espera de certificar definitivamente su identidad. Para poder recuperar los cuerpos de aquellos hombres, fue necesario contar con el testimonio de los ancianos de Acebo que aquella noche del otoño de 1937 siendo aún muchachos fueron conducidos por los fascistas para colaborar con la sepultura. Eligieron conscientemente a uno de cada casa de manera que el miedo fuera el mejor remedio contra las ganas de libertad, de aquel modo convirtieron a todo un pueblo en cómplices de sus crímenes.
Los muchachos que tras tantos años lograron sobrevivir, son hoy parte de la memoria que como ancianos conservan de los horrores que una tras otra cometen sucesivas generaciones de seres humanos a lo largo de la historia. En los caminos de las aldeas, en las tapias de los cementerios, los canallas de toda ralea sembraron las semillas de la memoria, regando con la sangre de las víctimas, el recuerdo que ha de brotar en los vivos.
Enlaces e Información detallada:
No hay comentarios:
Publicar un comentario