Amparo
Poch y Gascón. Una de las grandes olvidadas
Militante
anarquista y partidaria de la libertad sexual, una mujer única, excepcional,
comprometida con su tiempo, pacifista y amante de la libertad. Envuelta en un
enorme silencio en la historia, al exiliarse, con sólo treinta y seis años,
había dejado una obra insólita por su modernidad y compromiso social. Nos
deja el testimonio de su vida, ejemplo del ejercicio de la libertad dentro
del infortunio y de cómo reiniciar la lucha después de las caídas.
Amparo
Poch y Gascón nació en Zaragoza el 15 de octubre de 1902. A pesar de su
origen modesto estudia Medicina y Sociología, pero es principalmente en la
primera de estas materias donde destaca, por un lado, al convertirse en una
brillantísima estudiante, convirtiéndose en la número uno de su clase, donde
obtuvo matrícula de honor en todas y cada una de las asignaturas de la
carrera. Y por otro, si la escasísima presencia femenina en las aulas en la
década de los años 20, era un hecho, en el caso de la medicina todavía se
acentuaba más, donde los prejuicios morales derivados de la visión y
manipulación del cuerpo hacían que estuviese prácticamente vedada esta
carrera a la mujer.
Dentro
de la rama médica se especializa en puericultura. Sus conocimientos en la
materia y su vocación revolucionaria, insumisa y rebelde, hacen que se
vuelque en acercar la sanidad a la clase trabajadora, realizando una gran
labor educativa para evitar las enfermedades de tipo venéreo y difundiendo
medidas para una adecuada higiene, para ello da cursos de educación sexual y
hace propaganda de una maternidad consciente. En relación a la sanidad
infantil realizo importantes trabajos con el fin de reducir las altas cuotas
de mortalidad infantil que se producían en aquellos años. Sabemos asimismo
que Amparo fue una de las fundadoras del grupo Ogino, ocupado en la difusión
de este método anticonceptivo, lo que permite establecer una conexión con el
movimiento neomalthusiano.
Formuladora
de ideas totalmente transgresoras en la España de los años 30, enfrentadas a
los convencionalismos de la época, pero basadas en su sentido de la igualdad
humana sin prejuicios, la llevan a redactar textos en los que critica la
monogamia, a la que considera como una esclavitud e incita a las mujeres a
desarrollarse en el amor libre y en la práctica de la bisexualidad. En esa
temática basa su libro “La vida sexual de la mujer. Pubertad, noviazgo,
matrimonio”, que se publica en el año 1932.
Aparte
de sus cursos en los ateneos y universidades, donde se descubre como una
excelente oradora, escribe numerosos artículos para la prensa libertaria
“Revista blanca” “Tiempos nuevos”, “Tierra y libertad”, “Generación
Consciente” y “Estudios”.
Junto
con la periodista Mercedes Comaposada y la escritora Lucía Sánchez
Saornil, es una de las tres fundadoras en 1936, tres meses antes
del alzamiento militar de “Mujeres Libres”, revista y agrupación de
mujeres que se creó con la finalidad de superar contradicciones e
incoherencias e incorporar plenamente a las mujeres en la lucha libertaria.
En un artículo publicado en Solidaridad Obrera, y dirigido a Mariano Vázquez,
secretario de la CNT, Lucía Sánchez Saornil ya había manifestado su
intención de crear un órgano femenino independiente.
La revista se dirigía a mujeres de clase obrera con la intención de atraerlas hacia las ideas libertarias pero no se identificó explícitamente con el calificativo de anarquista por el rechazo inicial que éste pudiese suscitar. Es importante señalar que, a pesar de la solicitud de ayuda financiera y material, fue editada y escrita exclusivamente por mujeres, rechazando las propuestas de colaboración voluntaria realizadas por hombres.
El
Grupo Cultural Femenino, que se había formado en Barcelona a finales de 1934,
se unió al grupo de Mujeres Libres de Madrid en septiembre de 1936. La
organización llegaría a tener 20.000 afiliadas en un total de 153
agrupaciones repartidas por toda la zona republicana. En agosto de 1937 se
estableció la Federación Nacional de Mujeres Libres, como organización de estructura
federal organizada en comités locales, provinciales, regionales y nacionales.
Su
objetivo final era la liberación de las mujeres de su triple esclavitud: de
ignorancia, de mujer y de productora. Partía así del reconocimiento de una
problemática femenina específica y de la idea de que era necesaria una
organización autónoma de mujeres pues dentro de las organizaciones
libertarias ya existentes su liberación no sería posible. Estas dos
características nos permiten afirmar el carácter feminista de Mujeres Libres.
Por su
parte, Amparo Poch atacó la doble moral sexual sustentada sobre el
matrimonio y la prostitución, defendió la libertad sexual de las mujeres y
su derecho al placer sexual y preconizó el amor libre rechazando el
principio de la monogamia que relacionaba estrechamente con el capitalismo y
la propiedad privada: “Todo el armatoste opresivo del capitalismo defiende la
monogamia en sus códigos sexuales porque sabe muy bien que solo el
derrumbamiento de este puntal poderoso hará la verdadera Revolución. Pareja
humana, propiedad privada, capitalismo. He aquí tres principios que se
sostienen mutuamente”.
El
interés de este discurso reside en el modo en que concibe la sexualidad como
factor subversivo que puede constituir un medio de transformación social y
contribuir al cambio de las estructuras socioeconómicas al mismo tiempo que
la transformación de las relaciones de género.
Durante
el ocaso de la II Republica y la Guerra Civil, colabora estrechamente con
Federica Monseny en el Ministerio de Sanidad. Ministerio que en un principio
barajó la posibilidad de estar ocupado por ella misma, siendo descartada por
su pertenencia al sector de la FAI.
Es
nombrada directora de Asistencia Social en Valencia, donde se hace cargo de
los niñ@s refugiados provenientes de diversas zonas, a los que acoge en
granjas escuelas. Se traslada a Barcelona en diciembre de 1937, donde es
nombrada responsable de la Casa de la mujer trabajadora, lugar de intercambio
y de educación abierto a las mujeres.
En
1939, tras la Guerra Civil se exilió en Francia, donde además de seguir dando
a conocer su ideario, intenta socorrer a los millares de refugiados asentados
en los campos de concentración y allí, dirigirá el hospital de Varsovia en
Toulouse, por donde pasaron numerosos combatientes españoles. Muere en
Toulouse un 15 de abril de 1968, al morir sólo llevaba 16 francos en el
bolsillo”, recuerda una de sus biografas, Antonina Rodrigo.
Su
insumisión ante los convencionalismos que coartan el desarrollo personal de
las mujeres, nos dejo un legado de lucha y compromiso. A través de su propia
vida y sus escritos pretendió hacer caer los tabús que rodean la sexualidad
femenina. Mujer vitalista, culta, pacifista, amante de la libertad y enemiga
de la guerra luchó por una sociedad donde estuvieran erradicadas las armas y
el protagonismo lo tuviera la palabra, la cultura y la solidaridad.
Silenciada por la historia, lo mas tremendo es que su propio padre, sargento
de ingenieros, se dedicó a borrar los rastros de su expediente académico
después de la guerra civil.
El 3 de julio del 36, escribía estas
líneas en la publicación de Mujeres Libres:
"Yo
no tengo la casa, que tira de ti como una incomprensiva e implacable garra;
ni el derecho, que te limita y niega. Pero tengo, Amado, un carro de flores y
horizonte, donde el Sol se pone por rueda cuando tú me miras... cuando tú me
besas."
Y años después, Marina Garcés,
basándose en esta cita, reescribió el siguiente texto para una película:
"Yo no tengo casa. Te ofrezco un salón con mil calles, que llevan
los nombres de un país entero; un dormitorio abovedado, con todas las
galaxias colgando de las vigas; un pasillo de rincones infinitos, una cocina
en la que crecen huertos y una escalera de caracol para subir, de noche, a
las azoteas. Derrumbo mis cuatro paredes por ti. Salto verjas, abro ventanas,
reviento cerrojos porque yo no tengo casa, sólo un horizonte que ofrecerte.
Sin cuadros, sin neveras, sin cajas fuertes. Sin sueldo ni hipoteca. Sin
futuro y sin cuenta corriente. Todo este mar, tan gris, es para ti. Y esta
montaña pelada que abraza la ciudad. Y estas calles, que se abren a nuestro
paso. Y este mundo, herido de zanjas, túneles, obras y peajes, en el que voy
a cavar tu jardín. (...) Yo no tengo casa. He declarado la guerra a la
guerra. No dejo el mundo atrás sino que me zambullo en él como un nadador
apasionado. Quiero tragar las olas del mar. Quiero sentir la velocidad que no
tiene prisa ni va a ninguna parte. Que mis amigos me lleven lejos y mis
amores no me protejan. En mis pasos resuena el eco de un nosotros. Juntos,
podemos morder la realidad."
Fuentes: www.ciudaddemujeres; www.asociacionconvie.com;
mujer y salud; Wikipedia.
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Solamente los anarquistas, sabrán que somos anarquistas y les aconsejaremos que no se llamen así para no asustar a los imbéciles
Amparo Poch
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