Abril 1939: La SIA no abandona la lucha


Abril 1939: La SIA no abandona la lucha
Al terminar la guerra civil española y ser derrotada la revolución, empiezan su exilio miles de hombres y de mujeres. Una organización, Solidaridad Internacional Antifascista, les brinda su ayuda. Es el último acto de una labor humanitaria y al mismo tiempo política, impulsada por la CNT en 1937.
El 1º de abril de 1939, acaba oficialmente la guerra civil española. Desde el punto de vista de los acontecimientos, ya terminó a principios de año. Los últimos reductos de resistencia han caído en Cataluña y la retirada hacia los departamentos franceses limítrofes origina un flujo continuo de refugiados y refugiadas: civiles, milicianos, comunistas, anarquistas, socialistas. Esta marea humana que ha perdido todo, llega a un país que no consigue gestionar una afluencia sin embargo anunciada. La única solución adaptada por el Estado francés es el asentamiento de campos de concentración [1] distribuidos por todo el sur del Hexágono. El Vernet d’Ariège, Saint-Cyprien, Argelès-sur-Mer o Gurs se convierten en lugares de triste memoria para los refugiados y las refugiadas [2]. En ese desbarajuste, las necesidades son inmensas y los medios cedidos por el Estado ridículos. Las organizaciones comunistas, socialistas y anarquistas intentan remediarlas sosteniendo directamente a sus “hermanos” y “hermanas” de allende los Pirineos. Para los anarquistas, además de las ayudas individuales, Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), pese a su modestia en comparación con el potente Socorro Popular de Francia y de las Colonias (SPFC), emanación de la Internacional Comunista (IC), intenta sostener lo mejor posible a los compañeros encerrados en los campos.
Por medio de su semanario de mismo nombre, SIA ofrece a los comités españoles de acción antifascista en Francia la posibilidad de recaudar donativos en especies y en dinero, pero también de censar a los militantes internados con el fin de reunir a las familias separadas por la huida. Louis Lecoin o Nicolas Faucier, militantes históricos de la Unión Anarquista y de la SIA, hacen campaña en los medios libertarios y entre sus simpatizantes para recoger fondos. En todas las secciones de SIA (más de 350 en todo el territorio, incluyendo Argelia) se organizan mítines, espectáculos y colectas en beneficio de los internos y de las internas. Los revolucionarios y las revolucionarias más expuestos a la represión son sacados de los campos y provistos de falsos documentos por SIA [3].
La SIA contra la influencia estalinista
La decisión oficial de crear una organización de solidaridad internacional fue tomada por el pleno nacional de la CNT en Valencia, el 15 de abril de 1937. La SIA debía responder a un objetivo preciso y no limitarse a la cuestión humanitaria. La poca influencia del movimiento libertario fuera de las fronteras españolas y la necesidad vital que tenía la CNT en encontrar apoyos en el extranjero, fue un factor preponderante para la creación de la SIA: se trataba de frenar la espectacular subida del Partido Comunista Español (PCE) y del órgano de solidaridad de la IC (Internacional Comunista), el Socorro Rojo Internacional (SRI).
Pese a que en 1937 la CNT ingresa en una internacional anarco-sindicalista, la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), esta no puede prestarle ayuda porque tiene poca incidencia y poco margen de maniobra. Además, las disputas doctrinarias internas del movimiento libertario exasperan a la CNT. Esta exasperación culmina en el congreso de la AIT de diciembre de 1937, en París, cuando los españoles hacen valer la necesidad del desarrollo de la SIA sobre la AIT, presentándola como una herramienta más eficaz de lucha libertaria en el mundo. La prioridad es la defensa de la “España antifascista” –y no la de la “España republicana”, como decían los comunistas. En base a esta diferencia de concepto, la SIA marcará su posicionamiento político.
En Francia, la SIA nace de la transformación del Comité para España Libre (CEL), tutelada por la principal organización libertaria, la Unión Anarquista (UA). Esta evolución es “teleguiada” por la CNT española que difícilmente aguanta las críticas que otros sectores del movimiento libertario, la Federación Anarquista Francófona (FAF) y la CGT-SR, hacen sobre su estrategia en la guerra y en la revolución [4].
Por lo tanto, la CNT pide a la UA, con la que su relación es mejor, organizar la solidaridad material y, al mismo tiempo, la solidaridad política. Por otro lado, el proyecto de la SIA cuadra bien con la estrategia de “frente revolucionario” que preconiza la UA para que toda la izquierda revolucionaria se reúna frente a los estalinistas y a los fascistas. De ese modo, la SIA, aunque conducida por la UA, acogerá a trotskistas, sindicalistas revolucionarios y militantes de la izquierda de la SFIO así como, más adelante, tras su escisión, del Partido Socialista Obrero y Campesino (PSOP). El propio Marceau Pivert, dirigente del PSOP, se convertirá en uno de los líderes de la SIA. Este quebrantamiento del aislacionismo predispone considerablemente en contra a la FAF y a la CGT-SR que llegan hasta perturbar mítines de la SIA y a agredir a sus militantes.
La acción humanitaria toma la delantera sobre todo lo demás
La SIA, desde el principio de su creación, recupera los centros de avituallamiento del CEL y las acciones humanitarias que este inició: la colonia de niños (huérfanos o refugiados) de Llançá (a 70 kilómetros al sur de Port-Bou), el envío de paquetes utilitarios a las columnas antifascistas en España y la organización de mítines de apoyo. La colonia de niños de Llançá es el gran orgullo y el gran logro de la SIA. Ingiere cantidades importantes de dinero (¡y es que más de 300 críos pueden llegar a comer mucho! [5]), pero su importancia política y simbólica es tal para la SIA que sus militantes los llaman “nuestros críos”. Además de las suscripciones y de los paquetes especiales para Llançá, se organizan numerosas fiestas para financiar los envíos. Entre los artistas que participan en estas fiestas se encuentran Pierre Dac, Maurice Rostand, Charles d’Avray, Louis Jouvet, Harry Baur, Noël-Noël o Serge Lifar.
La SIA lanza listas de suscripciones, colectas de dinero, de víveres, de ropa, de indumentaria para los combatientes y la población civil. Los paquetes recogidos en los centros de avituallamiento son enviados al frente y a las ciudades españolas gracias a los convoyes que, por ejemplo, dirigen los anarquistas Pierre Odéon y Louis Estève o el pivertista Maurice Jaquier [6]. La SIA organiza un servicio de envíos que supone reducir los costes de transporte y permite incluso a los compañeros aislados ayudar a los antifascistas. Según Louis Lecoin, la organización colecta cada mes 100.000 francos para la ayuda a España, repartidos en gastos de envío, en paquetes con alimentos o ropa, en remuneración del personal permanente o de los conductores. Al final, el trabajo efectuado por la SIA es el mismo que el del CEL pero en una extensión más importante.
Del otro lado de los Pirineos, la sección española de la SIA se ha convertido en una verdadera organización “humanitaria” dotada de secciones hospitalarias y sanitarias tanto en el frente como en la retaguardia. Por su lado, la sección de asistencia social intenta mejorar las condiciones de vida de los combatientes y de los civiles. A veces sustituye al Estado republicano proponiendo comidas o albergue. De cara a las dificultades, la SIA española llega incluso a aliarse con su eterno enemigo, el SRI estalinista. La guerra tiene un papel importante en esta evolución de la SIA cuya misión ideológica y política cede cada vez más espacio a la acción humanitaria.
Una audiencia internacional
Decretar la creación de una organización de solidaridad internacional es una cosa, pasar a implantarla en países en los que el movimiento libertario es débil, cuando no inexistente, es otra. Desde la creación de la SIA, en junio de 1937, hasta los primeros meses de 1939, algunas secciones extranjeras aparecen de forma irregular. Las primeras secciones que se crean, antes del final de 1937, son la francesa, la sueca, la británica, la portuguesa y la norte-africana. Su creación es bastante clásica: un militante anarquista destacado en su país es propuesto por la SIA española para crear una sección nacional. Así, en el Reino Unido, Emma Goldman es invitada por Pedro Herrera para constituir en su entorno una sección británica. En enero de 1938, se crea así también la sección americana alrededor del anarco-sindicalista y teórico alemán exiliado en Estados Unidos, Rudolf Rocker.
Tras la primera tanda de constituciones, el desarrollo internacional de la SIA se prosigue durante el primer semestre de 1938. Por lo general, en este segundo período son los españoles en el exilio, o la gente de su entorno, los que se ponen directamente en contacto con el consejo general de la SIA en Barcelona para crear una sección. En el primer semestre de 1938, se distingue principalmente América Latina con la creación de secciones en Argentina, en Chile, en México y en Uruguay. En China, el compañero  Chang-Ching-Chiu, de Yunnanfu, actualmente Kunming, crea la sección china tras varias permanencias en Europa. En los Países Bajos se encarga de ello el anarco-sindicalista Harm Kolthek. En Australia, antiguos militantes de la CNT y de la FAI, exiliados a raíz de la insurrección de Asturias de 1934, crearon sendas secciones en Melbourne y en Sídney en marzo de 1938. En el segundo semestre de 1938, una última oleada ve nacer la sección polaca así como las secciones palestina, canadiense y japonesa, a las que se suman las de Cuba y Hawái. Cada sección nacional tiene su propia organización y la coordinación está asegurada por el consejo general de Barcelona donde están representadas todas las secciones nacionales.
A principios de 1939, la SIA cuenta con secciones en una veintena de países, repartidas en los cinco continentes. En dieciocho meses de existencia, el resultado es notable si se le compara con la docena de organizaciones que en ese momento forman la AIT. Incluso después de la derrota y de la llegada masiva causada por la retirada, la SIA francesa mantendrá su apoyo político y material, aunque cada vez con más dificultades, hasta su disolución en el momento en que Francia entra en guerra. La persistencia de esta solidaridad internacional favorecerá la supervivencia de las organizaciones libertarias en el exilio y la implicación de sus militantes en los países de acogida donde, a veces, llegarán a tener un importante papel a lo largo de los siguientes decenios.
Tres años de actividad intensa
17 de julio de 1936: Intento de golpe de estado militar dirigido por los generales Mola, Franco y Queipo de Llano. Aun cuando los insurrectos se apropian del Marruecos español, Salamanca, Valladolid, Sevilla y algunas posiciones, el pueblo, conducido por las organizaciones libertarias y revolucionarias, conserva Madrid, Barcelona y la mayor parte del territorio. Principio de una revolución social de gran amplitud.
1 de agosto de 1936: Léon Blum se posiciona por la no-intervención francesa. Los libertarios franceses ven esto con muy buenos ojos porque no quieren la intromisión de los Estados imperialistas en la guerra de España: el proletariado español solo debe contar con la solidaridad de los proletarios del resto del mundo. Esta posición se revelará cuanto más clarividente cuando el primer objetivo de la intervención soviética será la aniquilación de la revolución.
27 de mayo de 1937: Creación en Valencia, durante el pleno de la CNT, de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA).
1 de noviembre de 1937: A petición de la CNT, la Unión Anarquista decide en su congreso transformar su Comité para la España Libre (CEL) en la sección francesa de la SIA.
26 de enero de 1939: Cae Barcelona. Los nacionalistas controlan Cataluña y 450.000 refugiados y refugiadas se dirigen hacia Francia. Principio de la retirada.
1 de abril de 1939: Cae Madrid. El general Franco proclama el final de la guerra.
Septiembre de 1939: A raíz de la declaración de la Segunda guerra mundial, la sección francesa de la SIA es disuelta por el Estado francés.
Notas:
[1] Este es el término oficial de entonces. Recordemos que los campos de concentración fueron inventados por Gran Bretaña durante la Guerra de los Boers, en 1899.
[2]  Geneviève Dreyfus-Armand, L’Exil des républicains espagnols en France. De la Guerre civile à la mort de Franco, Albin Michel, 1999.
[3]  Louis Lecoin, Le Cours d’une vie, Paris, 1965 y  Nicolas Faucier, Dans la Mêlée sociale, La Digitale, 1988.
[5]  Estas necesidades son estimadas a “aproximadamente 15 toneladas de mercancías por mes, traídas de Francia en su mayoría y suministradas por nuestra SIA y sus secciones”. Estas mercancías son básicamente productos de primera necesidad (pan, huevos, legumbres secas, carbón) pero también productos para mejorar el día a día de los niños (galletas, leche concentrada, confituras, cacao, chocolate…).
[6]  Maurice Jaquier, Simple Militant, Denoël, 1973.
Valentin Frémonti (AL Toulouse)


Traducción: Víctor Pérez Pérez

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