(Zaragoza 1902 – Toulouse 1968)
Licenciada en Medicina por la Universidad de Zaragoza destacó por su brillante carrera como estudiante así como por ser una de las pocas mujeres que realizaban estos estudios en los años 1920.
Dedicó parte de su trabajo a la educación sexual y en higiene como método para prevenir enfermedades centrándose más activamente en la mujer en el mundo obrero y en los niños.
Su espíritu revolucionario, pacifista, libertario y humanitario la llevó a trasladar, en plena década de los 30, su ideario trasgresor basado en los conceptos de la igualdad humana y la libertad sexual y del que se desprendía su intención de elevar el nivel cultural de la sociedad, criticar la monogamia, educar sexualmente para lograr una maternidad consciente y responsable… Sus pensamientos quedaron reflejados tanto en su labor como médico como en los numerosos artículos, libros y conferencias que dirigió a la sociedad.
Su espíritu revolucionario, pacifista, libertario y humanitario la llevó a trasladar, en plena década de los 30, su ideario trasgresor basado en los conceptos de la igualdad humana y la libertad sexual y del que se desprendía su intención de elevar el nivel cultural de la sociedad, criticar la monogamia, educar sexualmente para lograr una maternidad consciente y responsable… Sus pensamientos quedaron reflejados tanto en su labor como médico como en los numerosos artículos, libros y conferencias que dirigió a la sociedad.
Entre sus responsabilidades estuvo la de dirigir la casa de la mujer trabajadora en Barcelona, colaboró estrechamente con el Ministerio de Sanidad durante la II República y la Guerra Civil y se encargó de la Asistencia Social en Valencia, lugar en el que trabajó especialmente con niños. Además fue fundadora y miembro activo de “Mujeres Libres” junto a Mercedes Comaposada y Lucía Sánchez Saornil
Publicado por amparopoch
La aragonesa Amparo Poch y Gascón, vivió una época, en la que las mujeres de este país, debían luchar centímetro a centímetro por sus derechos. Unos derechos inalienables que fueron pisoteados durante cuarenta años por el nacional-catolicismo y la dictadura.
Su insumisión ante los convencionalismos que coartan el desarrollo personal de las mujeres, nos dejo un legado de lucha y compromiso que nosotras queremos recoger. A través de su propia vida y sus escritos pretendió hacer caer los tabús que rodean la sexualidad femenina. Desde un punto de vista científico, pero sin perder un sentido humano y social importante., al acabar medicina, una carrera en la que fue pionera y que por una serie de prejuicios morales relacionados con la manipulación y visión del cuerpo solía estar vedada a la mujer, se volcó en acercar la sanidad a la clase trabajadora y en difundir la higiene y la sexualidad femenina entre las mujeres. Partidaria del amor libre, publicó en 1932 “La vida sexual de la mujer. Pubertad, noviazgo, matrimonio”, trabajando incansablemente en la defensa de la libre sexualidad de la mujer y por la maternidad consciente, es decir, que la mujer de su tiempo pudiera elegir con quien, cuando y como tener hijos. Fue colaboradora directa de Federica Montseny, en el Ministerio de Salud del Gobierno de la Republica
En 1936 fundó, junto a Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada, Mujeres Libres, grupo que combinaba el pensamiento libertario con el feminismo autónomo . Tras salir exiliada de España desarrolla una actividad frenética en el sur de Francia, dirigiendo el Hospital de Varsovia de Toulouse, lugar donde llegan los guerrilleros españoles.
“Humanista, pacifista, mujer coherente, al morir sólo llevaba 16 francos en el bolsillo”, recuerda Antonina Rodrigo.
Muchos de los retos que Amparo Poch, son ahora una realidad para muchas de nosotras. Por eso es importante que nadie olvide a estas mujeres. Conocerlas para entender que la historia también se escribe con palabras femeninas y feministas. Todas esas conquistas que hemos logrado, han dado paso a una nueva sociedad, en la que las mujeres podemos decir, hacer y decidir con la misma libertad que los hombres. Nuestra capacidad profesional es valorada, no por ser mejor, pero si distinta.
Somos veterinarias, conductoras de autobús, políticas y agricultoras. Nuestra independencia económica ha dado paso a la social y con ella, nuestra decisión de cumplir unos ideales que terminen con los problemas que aquejan a las mujeres de nuestro tiempo.
Porque, ¿no seguimos siendo relegadas, en muchas ocasiones, igual que nuestras abuelas? Nosotras, que estamos en las mismas luchas cotidianas y extraordinarias que los hombres, queremos que nuestra búsqueda de una sociedad mas justa e igualitaria nos beneficie a todos.
Hemos estado frente a la guerra y nos tenemos que seguir concentrando cada vez que, una de nosotras, muere a manos de un hombre.
Fuimos contra el trasvase y seguimos siendo las que en nuestra casa cuidamos el agua.
Somos maestras, madres comprometidas en educar a nuestros hijos en valores contra el racismo y la xenofobia. Somos médicos que curamos y les seguimos tomando la fiebre a nuestros hijos. Tenemos esa capacidad de ser numerosas e inquebrantables, únicas en cada una de nosotras. Podemos ser todo aquello que nos propongamos, pero hemos de empezar por nosotras mismas y nuestra integridad como seres humanos debe empezar en la educación, una educación que deje atrás esos valores judeo-cristianos que todavía seguimos arrastrando.
Es difícil encontrar mujeres comprometidas. Seguimos siendo convencionales, incluso en aquellas que podría parecer lo contrario. Y si bien hay una generación que crecimos en la transición, y aquello nos dejo el habito de preguntarnos por todo, las nuevas generaciones siguen padeciendo los mismos problemas que nosotras creíamos haber resuelto:
- Embarazos no deseados
- La falta de equiparación salarial
- Transmisión de enfermedades
- Falta de información, real, sobre la sexualidad
- Roles diferentes en el hogar, en el trabajo,……
- Violencia familiar
- Etc.
A cambio hemos tomado los roles mas perniciosos de los hombres, creyendo que así nos aproximábamos a ellos. Tal vez, Amparo, vivió otra época, pero no por eso nuestros derechos, nuestros problemas como mujeres, son demasiado distintos. Conocerla es conocer a una mujer única, excepcional, comprometida con su tiempo, pacifista y amante de la libertad.
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