Francisco Ferrer i Guardia
© Enrique Martínez-Salanova Sánchez
“LA ESCUELA MODERNA” de FRANCISCO FERRER I GUARDIA
Obra del pedagogo anarquista don Francisco Ferrer i Guardia y publicada tras su ejecución en 1909, “La Escuela Moderna” es la historia y justificación de una institución educativa creada en 1901 como alternativa tanto a la educación oficial estatal de alto componente religioso como a la Institución Libre de Enseñanza y cuya lectura no deja de ser interesante al comprobarse como, con el paso del tiempo, muchos de sus postulados, a pesar de haber sido fuertemente combatidos a principios del Siglos XX, han sido aceptados y puestos en funcionamiento por el sistema educativo oficial desde los años setenta del pasado siglo.
“La Escuela Moderna” recoge la historia de esta institución pedagógica así como cuales eran sus medios y sus fines constituyendo un ejemplo de lo que se deseaba que fuera una educación puramente racionalista.
En cuanto a los medios pedagógicos, Francisco Ferrer proponía la coeducación de ambos sexos así como salidas al campo de los alumnos y visitas a centros de trabajo creando un entorno de máxima libertad para los niños a los cuales se les fomentaría la inteligencia creativa mediante la redacción de las experiencias adquiridas en las distintas excursiones campestres.
Especial dedicación tiene “La Escuela Moderna” al cuidado y fomento de la higiene tanto en la escuela como en el entorno familiar del niño teniendo en cuenta que en la época de la fundación de esta institución la tuberculosis, los piojos y las infecciones de toda clase afectaban principalmente a las familias más pobres e impedían la correcta escolarización de sus hijos al obligarles a perder numerosas horas lectivas.
En la actualidad y desde hace ya bastantes décadas estas innovaciones propuestas por Ferrer i Guardia han sido adoptadas por el sistema educativo español con bastante éxito y aceptación siendo de lo más normal la implantación de la enseñanza mixta de niños y niñas, las inspecciones sanitarias en el centro escolar y los llamados viajes de estudios.
Por lo que se refiere a la finalidad de la Escuela Moderna, Ferrer explica que desea desvincular la formación educativa de todo dogma religioso dando lugar a una educación laica en la que solo tenga cabida las verdades demostradas racionalmente. Es precisamente en este sentido donde el fundador y autor de “La Escuela Moderna” se deja llevar por sus fobias particulares y cae en más de un error, en primer lugar, porque no se puede estudiar ni entender la cultura occidental sin estudiar e intentar comprender al cristianismo y, en segundo lugar, porque las verdades científicas solo son tales mientras no aparezca un avance científico posterior que las desmienta. Así por ejemplo, es de indicar que durante bastantes años la Tuberculina descubierta por Koch se creyó científica y racionalmente una cura de la Tuberculosis, hasta que años después se descubrió, de igual forma, racional y científica, que tan solo era un medio diagnóstico y no un remedio terapéutico.
“La Escuela Moderna” no solo se opone a la formación religiosa en la escuela sino que también hace objeciones a la educación racionalista y laica implantada en la Francia de la III República y la propuesta en España por Giner de los Ríos y su “Institución Libre de Enseñanza” porque en opinión de Ferrer “la educación clerical pretende hacer de los niños santos y la educación laica estatal pretende hacerlos esclavos servidores del estado”.
En la actualidad las innovaciones propuestas por “La Escuela Moderna” han sido ya superadas, unas porque han sido adoptadas por el sistema educativo y otras porque un sistema educativo, cualquiera que éste sea, para ser efectivo y eficiente ha de carecer de todo prejuicio y, no nos engañemos, Ferrer i Guardia tenía prejuicios que materializó en su institución educativa, pero que, aún así, en nada desmerecen su aportación al desarrollo de las técnicas docentes porque precisamente es a base de errores y de propuestas, más o menos realistas o idealistas, como se produce el desarrollo de la humanidad.
LA ESCUELA PRIMARIA EN ALICANTE Y COMARCA
Publicado por Juan J. Amores
Fotografía de la escuela donde iba el padre de nuestro compañero Álvaro García Sirvent, en El Pinós. Debe ser de 1938 ó 39 y pertenece a su álbun personal
Escuela-Jardín Altamira, dirigida por Ricardo Villar, que daba sus clases al aire libro en el Paseíto Ramiro
Hasta principios del
siglo XX, la situación educativa de los niños y niñas en España era realmente
caótica. En la mayoría de los pueblos no existían locales destinados al
estudio, y los que había, estaban mal ventilados, sin material didáctico y con
grandes aglomeraciones de niños o niñas de todas las edades. Los maestros y
maestras, con baja o nula calificación y mal pagados, se limitaban a manterner
un órden castrense entre la tropa infantil, a la que enseñaban cuatro o cinco
cosas que, sin embargo, les servían para distinguirse de la masa analfabeta que
constituía la inmensa mayoría de la población alicantina.
La Escuela Moderna, dirigida por los hermanos López. Fotografía cedida por Antonio Aparisi
Los esfuerzos de maestros y maestras por mejorar
sus condiciones laborales y profesionales (que podemos simbolizar en la
creación, en 1911, de la Dirección General de Primera Enseñanza, que fue
encomendada a un alicantino, Rafael Altamira, para mejorar instalaciones y
planes de estudios), y las aportaciones de pedagogos de diversa orientación,
fueron consiguiendo ciertas mejoras en la enseñanza primaria. Después, en la II
República, la atención estatal a la enseñanza fue extarordinaria y de
nuevo encontramos ahí, también como Director General de Primera Enseñana, a
otro alicantino, Rodolfo Llopis. Por primera vez, la escuela pública –que hasta
entonces había estado sometida al control eclesiástico- se encaminaba hacia una
formación racional y laica.
La Escuela Modelo, dirigida por la familia Albricias.
Por su parte, el
franquismo trató por todos los medios de deshacer la obra educativa de la
República, inspirada en la Institución Libre de Enseñanza y otras experiencias
educativas. La escuela volvió a ser un lugar a caballo entre el convento y el
cuartel, donde primaba sobre todo conocimiento, la sumisión a los valores del
Nuevo Estado: entre rezos y cánticos religiosos, conmemoraciones de fechas
significativas del régimen salido de la guerra civil, apenas quedaba tiempo
para aprender algo. Un profesorado muy controlado ideológicamnente, “depurado”
después de la contienda incivil, transmitiía, con mayor o menor entusiasmo y
dedicación, una visión deformada de la realidad pasada y presente de
España…Afortunadamnte, la infancia y la adolescencia lo resiste todo y luego,
cada uno ha seguido el rumbo elegido.
Escuelas del Ave María, en Benalúa, a principios de siglo XX
En Alicante, sobre
todo entre las últimas décadas del XIX y las primeras del XX, había una
variopinta oferta educativa, que iba desde las órdenes religiosas que se
ocupaban, ya entonces , de las “elites”, hasta las escuelas
públicas de mayor o menor prestigio, pasando por escuelas protestantes, laicas
y obreras, o por escuelas particulares, semiclandestinas, donde eran aparcados
niños y niñas sin más problemas. Algunas conquistaron justa fama, como la
Escuela Modelo, dirigida por la familia Albricias, pero la mayoría pasaban
desapercibidas en unos años en que la función social de los maestros y maestras
era, aunque hoy pueda parecernos dificil de creer, menos valorada que en
nuestros días.
Escuela de Xixona, en los años 30 (Foto Xion)
Escuela en San Vicente del Raspeig (Cercle D´Estudis Sequet Pero Sanet)
Colonia de niñas de las Casas de Beneficiencia en Agres, en los años 30
Escuela de Mutxamel
Escuela Moderna de San Vicente del Raspeig. (Foto Arqués, 1934)
Además de las
tradicionales fotos que casi todos nos hemos hecho en nuestra vida escolar (en
una mesa que era mucha más lujosa de la que ocupábamos, con un mapa atrás y la
imagen de algún santo o virgen al lado), pertrechados casi todos con el
uniforme escolar y una sonrisa confiada, casi angelical, son frecuentes las que
representan a grupos escolares. Las actitudes forazadas y correctas, con los
brazos cruzados, el extremado orden de las filas, la paternal mirada de los
profesores y profesoras nos recuerdan, sobre todo, ese carácter disciplinario
de la escuela y algún aspecto de ese inmenso territorio de sueños, amistades,
traumas, deseos, decepciones, amores y desengaños que ha sido la escuela…
Niños y niñas en la Escuela San Francisco de Asís, en 1969. (Arjones, AMA)
Colegio Hermanos Maristas en los años 50. Eugenio Bañón
Colegio de San Vicente del Raspeig en los años 40
Entrega de premios de dibujo y redacción en la Torre de les Maçanes (BGM)
Alumnos del Colegio San Ignacio de Loyola, en el recreo en el Paseíto de Ramiro. Década de 1940
Banda de cornetas y tambores de la Colonia Escolar de los Niños de la Beneficencia, en Agres, en la década de 1930
Rodolfo Llopis inaugura unas cantinas escolares en 1931 (AMA)
Profesores del Lyceo Francés de Alicante, en los años treinta (AMA)
Fiesta escolar para conmemorar la República, en la escuela laica de Doña Conchita, en San Vicente del Raspeig (Cercle Sequet Pero Sanet)
FUENTE:
Fundacion Ferrer i Guardia
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